Este reportaje forma parte de la alianza periodística Centinela Covid-19, una colaboración transfronteriza para reportear sobre la respuesta a la pandemia en la región que cuenta con el apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting y de Oxfam.
Jazmín Acuña & Romina Cáceres – El Surtidor
Los respiradores son la tercera compra más costosa del Ministerio de Salud de Paraguay de todas las contrataciones por vía de la excepción, sin concurso, que se están haciendo en la carrera por equipar a los hospitales para afrontar la pandemia de covid-19.
En el mundo hay, como lo describió en días pasados un agente de Mossad, «una fiera batalla encubierta para controlar una oferta limitada de respiradores a cualquier costo». Son máquinas salvavidas, pues hasta un 5% de las personas contagiadas por el virus puede desarrollar complicaciones graves que les impidan respirar.
«Cuando los pulmones pierden totalmente la capacidad de poder respirar solos, sí o sí, necesitan de una máquina», dice José Manuel Fusillo, neumólogo presidente de la Sociedad Paraguaya de Neumología. Esto, explica, le está sucediendo a la mayoría de pacientes mayores de 70 años y a quienes sufren de hipertensión, diabetes o problemas crónicos respiratorios.
La feroz competencia por respiradores enfrenta a países más pequeños, como Paraguay, a un escenario de manipulación de precios, confiscación de cargamentos, costos excesivos y posible desabastecimiento de este insumo crítico. Especialistas calculan que el país puede necesitar alrededor de 1.000 de estos aparatos. Pero hasta ahora, se han logrado añadir poco más de 100 respiradores nuevos al sistema de salud pública.
En medio de la pandemia, el pasado 14 de abril, el Estado adjudicó un contrato por excepción a Dysa Healthcare para dotar con 31 respiradores al sistema público de salud por un total de G. 8.115.800.000 (alrededor de u$d 1 millón). La empresa es la mayor proveedora de ventiladores pulmonares del Estado paraguayo. Registros de contrataciones públicas muestran que el costo de cada respirador supera ampliamente otras ofertas que esa empresa hizo al Estado paraguayo por la misma máquina en años anteriores, la última de ellas tan sólo meses atrás.
Cada respirador tiene un costo de 261,8 millones de guaraníes con IVA incluido (unos u$d 41.000), como se puede ver en la adjudicación publicada en el portal de compras públicas. Serán pagados con el fondo de emergencia creado por la Ley 6524. El ministerio de Salud aún no ha girado el pago, pero según la distribuidora, los respiradores ya llegaron al país. El vice ministro Julio Rolón confirmó que las máquinas ya están en la entidad.
El contrato indica que son del modelo Avea producidos por Vyaire, una fabricante con sede en Chicago, Estados Unidos, y con plantas de ensamblaje de respiradores en California y Mexicali, México. Su representante en Paraguay es Dysa Healthcare.
Pero el 7 de marzo de este año, al tiempo que el Coronavirus estaba siendo detectado en suelo paraguayo por primera vez, luego de un llamado del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con dinero de la empresa estatal que maneja la hidroeléctrica de Itaipú del lado paraguayo, se adjudicó a Dysa la provisión de 30 respiradores pulmonares Bellavista, otro modelo comercializado por Vyaire, a un costo mucho menor: alrededor de 163 millones de guaraníes cada uno (u$d 25.500).
Es decir, 98,8 millones de guaraníes menos por unidad que lo que costaron las compradas con el fondo de emergencia, apenas unas semanas después. Según una publicación de Itaipú, 16 de esos respiradores fueron entregados al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y del Ambiente (INERAM), ocho al Hospital Nacional de Itauguá y los seis restantes han quedado a criterio del Ministerio de Salud.
El Surtidor revisó las especificaciones técnicas de los respiradores que fueron solicitadas en el llamado de PNUD/Itaipú y las comparó con las de la licitación cerrada del Ministerio de Salud. Encontró que, al menos por lo que dicen los documentos, en ambos casos los respiradores solicitados corresponden a la línea de alta complejidad. Además, no se ven diferencias significativas en los accesorios encargados ni en otros aspectos de los respiradores solicitados. Fluctuaciones en la cotización del dólar en los últimos meses tampoco terminan de explicar los costos.
El director ejecutivo de Dysa HealthCare, Ricardo Hellmers, conversó con El Surtidor, socio de la alianza periodística Centinela Covid-19, sobre los respiradores entregados ante la contingencia sanitaria y confirmó que los productos son bastante similares. «Incluso los que compró el PNUD, los Bellavista, son tecnológicamente superiores», dijo.
Al ser consultado sobre la razón de la diferencia entre costos de los respiradores adquiridos en marzo por G.163 millones cada uno con dinero de Itaipú y los comprados a 261,8 millones, con los recursos de la emergencia, explicó que la empresa encargó los primeros antes de que se conociera el primer caso de coronavirus en China.
«Es el precio de los equipos lo que subió», explicó Hellmers. «El Ministerio de Salud compró los respiradores Avea cuando la oferta mundial ya estaba totalmente comprometida, con países como Estados Unidos e Italia comprando todos los ventiladores a los que podían tener acceso a valores muy superiores a los normales de mercado».
Centinela confirmó una fuente que conoce este mercado en otro país que, en efecto, los respiradores pueden haber subido durante la pandemia. Estima que hasta un 40%. Las máquinas compradas en abril por el Ministerio de Salud subieron en un 60% en comparación con las adquiridas en marzo por PNUD.
Al consultar a Hellmers sobre si el costo de logística también influye en los precios, explicó que no es así. «Al contrario, como el tránsito de pasajeros y el comercio disminuyeron muchísimo, eso hace que haya muchos vuelos de carga disponibles. El transporte está muy fácil». Según el director de Dysa, el aumento en los precios se dio cuando Estados Unidos comenzó a tener problemas por los contagios masivos.
«Para tener una idea, nuestro país compra más o menos 50 respiradores al año. Estados Unidos, Italia, Francia y Alemania entre marzo y abril de este año salieron a comprar 150.000 respiradores. Eso hizo que todas las fábricas de ventiladores se vean absolutamente sobrepasadas», señaló.
La conclusión entonces parecería ser que Paraguay, que no puede competir con volumen y no produce ni ensambla las máquinas, sólo las pudo comprar a un precio bastante más elevado.
Los más caros
Por las circunstancias que impone la pandemia, los respiradores que el Ministerio adquirió con el fondo de emergencia figuran entre los más caros que se han adquirido en los últimos años.
En 2015, el Ministerio de Salud adjudicó a la empresa Vipal S.A. para la provisión de 43 respiradores de la marca General Electric por 123 millones cada uno. Treinta de ellos fueron destinados al Hospital Nacional de Itauguá. Ese mismo año, Dysa ofertó en una licitación 30 respiradores de la marca Carefusion a G. 128.200.000. En 2016, fue adjudicada para proveer 45 respiradores de la misma marca al IPS por G. 140 millones cada uno.
Y en diciembre de 2019, la empresa ganó una licitación del Ministerio de Salud con su oferta de 30 respiradores Bellavista a G. 169 millones cada una. Hubo una protesta, por lo que no se pudo concretar esta provisión.
La proveedora Dysa Healthcare tiene contratos con el Estado desde el 2010, según registros de DNCP. El director de la empresa comentó que ellos han provisto un 70% de los respiradores que hay en hospitales públicos.
Los costos de equipar los hospitales paraguayos durante la mayor crisis mundial de salud pública en un siglo los pagará toda la población con los recursos públicos para comprar insumos que, como los respiradores, hoy cuestan mucho más que antes.
La ley que crea el fondo de emergencia faculta al Ministerio de Salud y otros entes a realizar compras por vías de la excepción, sin concurso, porque la situación demanda rapidez. También le permite comprar directamente de fabricantes en el exterior. La ventaja de este modo de licitación cerrada es que se abrevia la burocracia que puede impedir abastecer a tiempo a los hospitales. La desventaja es que las ofertas adjudicadas no necesariamente son las más competitivas.
Además, como el doctor Guillermo Sequera, epidemiólogo y director de Vigilancia de la Salud, explicó en varias ocasiones, en una crisis como la actual y en medio de un mercado distorsionado, en el que la demanda excede a la oferta, los fabricantes terminan priorizando a mercados más grandes o con mayor capacidad financiera que el de Paraguay, dejando con pocas opciones al país.
No es tan grave la falta de equipos de bioseguridad como guantes, tapabocas o gorros quirúrgicos para el personal de salud, dice el doctor Sequera, porque la industria nacional podría fabricarlos. Lo que más preocupa es la falta de respiradores, un equipo más sofisticado y complejo que el país no tiene capacidad de producir en el corto plazo.
Aún teniendo el dinero para comprarlos, el riesgo de que los respiradores para Paraguay sean confiscados en países donde también se necesitan es real. Así, el mundo se convierte en tierra de nadie, reflexionó Sequera. La solidaridad termina supeditada a los intereses de cada país.
En Chile, las propias autoridades criticaron públicamente a ciertos proveedores locales de respiradores acusándolos de abusar de su poder en plena pandemia.
Una investigación del portal investigativo Ciper –aliado de El Surtidor en el proyecto Centinela– reveló que una proveedora vendió al Estado chileno en marzo de este año el mismo modelo de respiradores que ya había provisto en 2017 y 2018 por un precio más caro. Se trata también de las Bellavista comercializadas por Dysa en Paraguay.
En Chile, la empresa distribuidora Mediplex S.A. argumentó que el dólar disparó el precio y que importaron una nueva configuración. Eso hizo que los 23 respiradores Bellavista, que años anteriores habían costado 16 millones de pesos chilenos (unos u$d 19.000) cada unidad, este año, en medio de la crisis costaran 28 millones de pesos (u$d 33.000) sin IVA, cada uno.
El presidente Sebastián Piñera prometió castigos a quienes se aprovechen del Estado de emergencia: «En algunos casos ha habido manipulación de precios, uso abusivo de una posición dominante. En el fondo, es abusar de los chilenos. Le quiero decir a esas personas que vamos a ser implacables y que tenemos las facultades para perseguirlos y castigarlos, porque lo que están haciendo es inmoral», dijo en una entrevista al noticiero central de TVN
En Argentina ocurre lo mismo que en Paraguay: los respiradores figuran entre las compras más costosas del Estado durante la pandemia, como consta en un reportaje de La Nación. En todo caso, el gobierno argentino ha pagado por respiradores de alta complejidad en promedio la mitad de lo que le han costado al Estado paraguayo. Algunas de las proveedoras en el país vecino como Driplan S.A. y Agimed importan de las mismas compañías estadounidenses de respiradores a las que representa Dysa Healthcare en Paraguay, entre ellas Vyaire.
En marzo de este año el Pentágono acordó con Vyaire y otras tres compañías la provisión de 8.000 respiradores para Estados Unidos por 84,4 millones de dólares en total. El costo promedio de los respiradores es de 10.000 dólares, cuatro veces menos que el costo unitario que el Estado paraguayo pagó con fondos de la emergencia sanitaria. Vyaire también ha cerrado un contrato con el Departamento de Salud de Estados Unidos el 13 de abril para proveer 22.000 respiradores por 407,9 millones de dólares, a 18.540 dólares la unidad.
En los dos casos, es de notar, el volumen del pedido pudo influir en bajar los precios por unidad. Además, no se sabe con exactitud qué modelos de respiradores se compraron con estos contratos ni si contaban con los mismos accesorios de los contratados en Paraguay.
Una lucha mundial por respirar
El ministro de Salud Julio Mazzoleni confirmó el 12 de abril que, a esa fecha, sólo había 115 camas de terapia intensiva con respiradores disponibles para las personas contagiadas por el virus que los requieran. El sistema público de salud ofrece alrededor de 300 camas de cuidados intensivos para atender todo tipo de pacientes en el país. Esto es menos de la mitad de las camas en Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) que debería tener el país en condiciones sanitarias normales, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo citan las proyecciones de epidemiólogos de Imperial College de Londres, quienes sostienen que aún si se impusieran las medidas más drásticas de aislamiento social, la tasa de contagio alcanzaría al 6% de la población paraguaya, alrededor de 450 mil personas. En tal escenario habrían 8 mil hospitalizados, 2 mil de ellos en cuidados intensivos (con una posible demanda de 450 camas UCI en el pico de la epidemia).
Pero los escenarios más probables, dice el estudio del BID, con intensidades de cuarentena variables, entre un 47 y 60% de la población se contagiaría. Y aunque la gran mayoría presentaría la forma más benigna del virus, entre 10 mil a 20 mil personas podrían requerir en algún momento cuidados intensivos. Esto es, respiradores.
Por ese escenario es que los gobiernos de varios países europeos y Estados Unidos encargaron la producción adicional de decenas de miles de respiradores. Los proveedores admitieron en el New York Times que no pueden atender la oferta con la altísima demanda.
A juzgar por Li Xiting, el hombre más rico de Singapur y cofundador de Mindray, una compañía que fabrica respiradores, que ha aumentado su fortuna en un 43% desde la aparición del nuevo coronavirus, muchas de las empresas fabricantes de respiradores están sacando buen provecho de la crisis. Mientras tanto, varios países en Latinoamérica sufren las consecuencias de no haber desarrollado alianzas entre países que les dieran mayor poder negociador en un mercado tan competido como el de los respiradores, ni haber pensado en montar industrias estratégicas para la seguridad de sus habitantes, más allá de la militar.
1.000 respiradores para salvar vidas
A Paraguay se le suma otra desventaja: sus élites políticas. No invirtieron lo suficiente por décadas en el sistema de salud y la epidemia lo deja en evidencia. En los últimos siete años, durante el gobierno de Horacio Cartes y de Mario Abdo –hasta antes de la pandemia– apenas se añadieron poco más de 100 camas de terapia intensiva para recibir a pacientes de los hospitales públicos.
Cada cama en cuidados intensivos debe tener un respirador mecánico, explica el neumólogo Fusillo. Él calcula que para enfrentar el escenario más catastrófico, se necesitarían al menos 1.000 respiradores.
Además, se requieren manos entrenadas y Paraguay no tiene suficientes. Existen 194 intensivistas en el país según el doctor Gabriel Preda, médico de cuidados intensivos. La Sociedad Paraguaya de Medicina Crítica está capacitando a personal no terapista para que aprenda conceptos básicos de respiración. «Porque eventualmente, siempre pensando en un episodio más grave, es probable que todos los médicos tengan que aprender a usar un respirador», dice Fusillo. En promedio, una persona con un caso agudo de covid-19 puede necesitar estar conectada hasta tres semanas a un respirador.
El ministro de Salud dijo el 12 de abril que tienen como meta conseguir 200 respiradores más. Si esa promesa del gobierno se cumple, a juzgar por los precios de los últimos que contrataron con los fondos de emergencia, esos 200 respiradores, que apenas serían una quinta parte del total que se necesita, costarían ocho millones de dólares.
* Cambio de moneda: 1 dólar americano = 6.400 guaraníes al 19 de abril de 2020
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