“Si ves tu edad te LoEnseño al Privado: 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21 y mas (sic)”, dice el texto, que se sobrepone a una imagen de fondo azul, con emojis de corazones rojos, cartas de amor o que expresan calor. “13”, contesta una usuaria de Colombia a la que le responden varios usuarios, invitándola a iniciar una conversación por mensaje privado. Uno de ellos, le dice: “agrega o manda mensaje y te muestro ? (sic)”. Se trata de un usuario que utiliza el nombre “Martín Torres” y usa la foto de un hombre adulto, aunque su identidad real y su edad no se pudieron establecer a ciencia cierta, porque no contestó las preguntas de esta alianza periodística.

El “reto” lo compartió en enero de este año un perfil de Facebook, de forma anónima, en un grupo para “mejores amigas”, cuyo contenido tiene que ver muy poco con su nombre. Un grupo público creado el 7 de julio de 2021, que tenía 182.944 miembros para diciembre de 2024, y que, para febrero de 2025, su número de usuarios era de 182.243. Se ha reducido en 701 miembros. Muchos perfiles se crean y desaparecen al poco tiempo, pero el patrón se mantiene.
Otro usuario, de nombre “Miguel Chávez Gutiérrez”, cuya información de Facebook dice que vive en Tlaquepaque, Guadalajara (México), pide: “hablar en mensajes” a otra usuaria de 12 años, de Tolima (en el centro oeste de Colombia), como respuesta al mensaje: “Si Ves Tú Édad te Enséño Como boto leche (sic)”. Otro, de nombre “Reyes Simon”, ubicado en Cartagena (Colombia), compartió una imagen de dibujos animados de un hombre mayor, de bigote, en la que parece estar teniendo relaciones sexuales con una joven con uniforme de colegiala, con el emoji de llama ardiendo y un texto sobrepuesto que decía: “Di hola si eres menor y te gustan bien mayores (sic)”. Los dos usuarios referenciados también fueron interpelados por esta alianza periodística, pero no recibimos respuesta de su parte, al cierre de esta edición.

En este y otros grupos de Facebook, a través de “juegos o retos” similares, varones adultos buscan a menores de edad para que compartan o participen de conversaciones con contenido sexual explícito. Muchas de las posibles víctimas tienen entre 9 y 14 años y son de Colombia, México, Venezuela, Ecuador, Cuba y Honduras, entre otros países latinoamericanos.
Así se repite cientos de veces, como encontró Inocencia en Juego, la investigación periodística en la que participó El Espectador, junto a otros cuatro medios latinoamericanos y estadounidenses, coordinada por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, CLIP.

“Eso es grooming”, dicen quienes atinan al término. Ese es el anglicismo que se utiliza para describir un delito cada vez más presente en línea: el acoso y explotación sexual a niñas, niños y adolescentes (NNyA) a través de medios digitales, por parte de personas adultas que buscan establecer contacto con fines sexuales. Colombia encabeza los países de América Latina en donde menores de edad han mantenido contacto con desconocidos y en donde estos les han solicitado imágenes de desnudez o semidesnudez a través de Internet, según Grooming Latam, una organización creada en 2014 que surgió para investigar y contrarrestar este fenómeno en América Latina.
Los impactos de los delitos sexuales en línea
Stella Cárdenas atiende una entrevista en su oficina. Cárdenas es la directora de la Fundación Renacer, una organización sin ánimo de lucro que desde hace 36 años trabaja en la erradicación de la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA), a través del acompañamiento y atención a víctimas en Colombia.
Durante la conversación, reconoce con preocupación que en los últimos cinco años se ha incrementado la atención de víctimas menores de edad de delitos sexuales que son captadas en redes sociales, como Facebook. En su gran mayoría, son niñas y adolescentes, entre los 9 a los 14 años.
Cuando se le pregunta por los impactos que estas niñas y adolescentes tienen tras ser víctimas de delitos sexuales en entornos digitales, como las redes sociales, Cárdenas respira profundo, como tomando fuerza para afrontar un momento difícil y dice:
“Son impactos hondísimos. Incluso, sus áreas de atención, concentración y memoria están sumamente afectadas. Les cuesta mucho tener una visión de futuro y se autoagreden con facilidad. Se sienten que no son buenas para nada. Creen que solo tienen valor a través de los varones adultos que las validan desde su sexualización. Pero, claro, esto no es así. Por eso es tan importante iniciar una atención temprana que, con apoyo psicosocial, logre ayudarles a reconstruir su proyecto de vida para que renueven sus sentidos de vida. Es fundamental y posible”.
También es clara en decir que los delitos sexuales que experimentaron en la web muchas veces son el comienzo de otros abusos. Porque, de acuerdo con los casos que han atendido, los varones que las contactan para pedirles videos o fotos sexualizadas suelen proponerles encuentros en espacios presenciales.
Stella menciona, por ejemplo, que en 2024 atendieron a varias niñas, entre los 9 y los 12 años, de un barrio de pocos ingresos en Cartagena que fueron captadas por un abusador a través de un grupo de juegos y conversación sobre Peppa Pig (la célebre caricatura infantil de origen brasilero de una cerdita y su familia) en Facebook. El delincuente, después de pedirles contenido sexual explícito en mensajes internos, las convenció de conocerse presencialmente y logró manipularlas, extorsionarlas, engañarlas y explotarlas sexualmente, hasta que las entregó a una red de trata más grande, de alemanes, que por la denuncia activa de la comunidad fue desarticulada por la Policía Nacional.
También relaciona casos de desaparición forzada con conversaciones iniciadas en estas redes sociales. “Atendimos el caso de una niña, de 12, que gracias a que sus familiares advirtieron rápido su ausencia en un centro comercial en Modelia (al centro occidente de Bogotá) se encontraron los mensajes con un desconocido por Facebook que la había citado allá, se rastreó su celular, y fue encontrada, drogada, en un carro que dejaron aparentemente abandonado”.
Para Cárdenas es importante que se llame la atención sobre los contactos de menores de edad con desconocidos en entornos digitales, porque, incluso, detrás de esos mensajes puede haber redes de crimen organizado y no solo agresores sexuales con fines personales. El coronel Juan Pablo Cubides, director de Protección de la Policía Nacional de Colombia (DIPRO), lo entiende bien: “Detrás de un ‘hola, cómo te llamas, envíame mensaje al interno’, suele existir una red delincuencial que está esperando a que esa comunicación surta efecto”, dice, en entrevista con esta alianza periodística.
Cubides está a cargo de una unidad de la Policía Nacional con tres áreas disímiles: la Policía de Infancia y Adolescencia; la Protección a Personas e Instalaciones y Turismo. Nadie más en la Policía está autorizado para dar declaraciones sobre delitos sexuales contra menores de edad en Colombia.
La persecución de un crimen en línea
“Hay grupos delincuenciales organizados, que están en comunicación con estos pedófilos y, por supuesto, hay personas nacionales e internacionales que hemos identificado, no solo con los programas metodológicos de la Fiscalía General de la Nación, sino con Homeland Security Investigation (HSI) de los Estados Unidos, nuestro gran aliado en materia de investigación de estos delitos”, agrega Cubides.
Cubides no quiso dar detalles de estas organizaciones criminales, porque están siendo investigadas, pero sí señaló que las ciudades en Colombia que tienen una mayor focalización de estos delitos son Medellín, Cali, Cartagena y Bogotá.
La Policía Nacional de Colombia es la única policía en Suramérica que hace parte del Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados (ICMEC por sus siglas en inglés). Una organización no gubernamental sin fines de lucro que trabaja en contra de la explotación sexual, el abuso y el riesgo de desaparición, con sede principal en los Estados Unidos. También tiene un Centro Cibernético para hacerle seguimiento a estos casos en donde han encontrado que muchos de esos agresores sexuales son familiares o amigos cercanos de las familias de los menores de edad.
“Hay un complejo aumento y una alta frecuencia de afectación a niños, niñas y adolescentes en entornos digitales, a tal punto que este delito nos ha aumentado casi todos los delitos”, asegura Cubides.
Por eso insiste en la importancia de que como sociedad prevengamos estos abusos: “debemos seguir hablándoles a las niñas, niños y adolescentes del grooming, porque los delincuentes utilizan estrategias para hacerse ver como uno de ellos. Luego, cuando ya tienen su confianza, aprovechan el escenario para amenazarlos y para decir que van a divulgar las fotos o videos que han enviado, si no les siguen enviando más contenido sexual explícito o si no se encuentran para tener relaciones sexuales cercanas”.
Niñas, las más afectadas
La denuncia de violencias y delitos sexuales a la niñez en entornos digitales tiene en Colombia un subregistro enorme. Los datos que llegan a las instituciones no son detallados y no analizan a través de qué redes sociales ocurrieron estos delitos, ni las circunstancias en las que se presentaron.
Pero, ante el aumento de casos, ninguna entidad puede desconocer del todo el fenómeno. Un dato en este sentido es el que, en respuesta a un derecho de petición de información, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) le entregó a El Espectador.
La entidad encargada de la protección de la infancia reconoció que, si bien no lleva una estadística formal en su Sistema de Información Misional (SIM), sí tiene conocimiento de 706 casos de niñas, niños y adolescentes que ingresaron a un proceso judicial y administrativo en su entidad por hechos de violencia sexual, explotación sexual en contextos digitales, en los últimos cuatro años, con corte a septiembre de 2024.
El año en que más se presentaron reportes es 2021, con 195 casos, seguido de 2020, con 162 casos, “posiblemente por las situaciones de confinamiento y mayor acceso y uso de las redes sociales en la pandemia”.
De ese universo, es notorio que las principales víctimas de explotación sexual en contextos digitales son las niñas y adolescentes de género femenino, con un porcentaje del 85 % de los casos (601), en contraste con el 15 % de los casos (105) de niños y adolescentes de género masculino.
Siguen siendo ellas las más violentadas y eso, para Stella Cárdenas, habla de nuestra cultura. “Tenemos una sociedad muy violenta con nuestras niñas y adolescentes, que gira alrededor de una cultura del narcotráfico que erotiza la infancia. En Medellín, por poner un ejemplo, hace poco, estaba con niñas de 12 años que me decían que el plan era terminar noveno de bachillerato para pasarse a la webcam. O niñas que en Bogotá me decían que empezaron a ser “proveedoras” con 11 años y que aunque su familia intuía que algo no estaba bien, no preguntaban mucho, porque traían dólares a la casa y, en todo caso, muchas de las mamás habían sido abusadas de niñas”, dice Cárdenas.

Meta, el gigante tecnológico que no hace suficiente
A través de una solicitud pública de información, El Espectador consultó a la Fiscalía para entender cómo están atendiendo la investigación de los delitos sexuales contra la infancia en línea. En respuesta a esta petición, el ente investigador contestó que su sistema de información no tiene una variable para identificar los entornos digitales o redes sociales donde se están cometiendo posibles delitos sexuales contra menores de edad.
Pero no son ajenos a la masividad de este fenómeno. De hecho, tienen claras las diversas modalidades que los agresores están usando y les preocupan, como los juegos de video que se descargan gratuitamente, orientados a niñas, niños y adolescentes entre los 7 y 13 años, donde para obtener “más moneditas” los usuarios deben enviar fotos de sus partes íntimas.
En una petición de ampliación de este tema, este diario pudo establecer, además, que la Fiscalía reconoce que en Colombia hacen falta acuerdos internacionales para que las plataformas tecnológicas colaboren activamente con los aparatos de justicia, y no pongan tantos filtros: “Por ejemplo, Meta no acepta fácilmente requerimientos de información con fines judiciales de la Fiscalía especializada en investigar casos de delitos sexuales en línea contra menores de edad. Por lo general, hay que insistirles mucho y en casos graves el tiempo es determinante. Es importante que estas plataformas se sensibilicen más sobre estos delitos”.
Cuestionado por esta alianza periodística sobre su colaboración con autoridades colombianas en la lucha contra el grooming y la explotación sexual infantil, Meta contestó a través de su portavoz que “trabajan enérgicamente” para combatir la explotación infantil, dentro y fuera de sus plataformas. Reconocieron, por otro lado, que “los depredadores cambian constantemente sus tácticas para eludir la detección”, por lo que sus equipos y herramientas globales “trabajan para identificar y eliminar rápidamente los contenidos infractores”.
Aseguraron que “apoyan a las fuerzas de seguridad en sus esfuerzos por detener y procesar a los delincuentes que están detrás de ella” y señalaron que, con ese fin, desarrollaron un portal llamado Law Enforcement Request Online Systems “que permite a las autoridades de Colombia, incluida la policía, los fiscales y los tribunales penales, presentar solicitudes de retirada, preservación y datos en relación con investigaciones penales oficiales, indicando el contenido/cuenta específico de interés”.
Detallaron que “las autoridades policiales también pueden utilizar el portal de Meta y WhatsApp para presentar solicitudes de emergencia, en los casos en que la producción de los datos del usuario sean necesarios para evitar una amenaza inminente de daño físico (cuando la información es necesaria para evitar una amenaza inminente de muerte o daño físico grave a cualquier persona)”. Según su portavoz, en su informe de transparencia, para julio y diciembre de 2023, quedó registrado que compartieron datos e información “a más del 80% de las solicitudes gubernamentales de Colombia”.
¿Una realidad inatajable?
“Podemos y debemos ampliar urgentemente nuestra respuesta contra los delitos sexuales en entornos digitales, pero también nuestra capacidad para abordarlos”. Eso cree Viviana Quintero, psicóloga experta en protección a la niñez en línea que lleva años investigando sobre este tema, junto a un equipo académico de la Universidad de Los Andes.
Un informe de Fairplay for Kids, una organización sin ánimo de lucro, de Estados Unidos, que defiende los derechos de las infancias por encima de los beneficios empresariales, analizó WhatsApp, Instagram y TikTok. En ese informe, de julio de 2022, constataron variaciones significativas entre países en estas plataformas aparentemente idénticas y concluyeron que algunos jóvenes tienen menos privacidad y seguridad, dependiendo del lugar del mundo en el que vivan. Según el reporte, en general, las infancias europeas disfrutan de mayores niveles de privacidad y protección en estas redes que otros niños, por ejemplo, de Brasil, Colombia, Ghana o Etiopía.
“Es notable el mayor nivel de protección para las infancias del norte global que para las del sur global (…) Todo se queda en el papel, como las supuestas edades mínimas permitidas para entrar a estas redes sociales digitales. No hay que escarbar mucho para encontrar decenas de casos de grooming y abuso, pero ante los cuales la industria no responde de manera efectiva”, puntualiza la psicóloga. Consultado sobre esa posible disparidad, el portavoz de Meta agregó: “Nuestras políticas prohíben la explotación infantil, las interacciones inapropiadas con niños y la sexualización de menores; estas normas se aplican en todo el mundo, en diferentes idiomas, incluidos el inglés y el español, y en cada una de nuestras plataformas”.
Quintero cree, de cualquier forma, que afrontar esta realidad también pasa por el tema regulatorio. “Es necesario que las empresas se vean obligadas a ser más corresponsables con las violencias que viven los niños, niñas y adolescentes en entornos digitales en América Latina”, asegura.
Grooming Latam coincide en eso. “Debemos seguir articulándonos para trabajar en una normativa uniforme para que los países de la región unifiquen sus criterios frente a estos delitos transaccionales”, creen. Pero hacerle frente a este problema requiere estrategias a muchos niveles. Quintero cree, por ejemplo, que Colombia necesita un compromiso, al más alto nivel del Gobierno, que hoy es inexistente, para coordinar los esfuerzos sociales para enfrentar este problema.
A eso se debe sumar el entrenamiento de las autoridades y de los equipos que imparten justicia para que aborden los casos, protegiendo a las víctimas, evitando su revictimización y judicializando a los ofensores y desarticulando las redes criminales detrás. Al mismo tiempo, hay que garantizar que las niñas, niños y adolescentes tengan acceso a servicios de soporte, apoyo y protección. “Se requiere que quienes han sido afectados tengan acompañamiento psicosocial de largo aliento, para que realmente puedan sanar estas experiencias traumáticas, con apoyo terapéutico, físico y mental”.
Y, claro, el sacudón que debemos tener, sin duda, pasa por lo cultural. “Hemos encontrado que en Colombia hay una altísima normalización de la violencia y de la actividad sexual con personas menores de 18 años. Estos fenómenos en el ciberespacio son sumamente riesgosos, porque además allí se viven otros dos que sumados, son un caldo de cultivo de violencias sexuales. Estos son la desinhibición, que es cuando la persona, sin importar su edad, se siente sola al frente de una pantalla y por eso es más dada a hacer cosas que, probablemente, no haría en público. Así como la desindividuación, que significa que a través de las plataformas digitales es más difícil que podamos ver la reacción que una violencia está provocando en el otro. Esto favorece a que este tipo de violencia en línea se dé con facilidad”.
Entonces, ¿qué hacer? Quintero cree que pasa por desnaturalizar y cuestionar estos imaginarios que validan la violencia. Como, por ejemplo, pensar que las niñas buscan a los adultos “porque les gusta” o “porque son interesadas”. Se necesitan también políticas públicas y programas educativos para que la niñez y la adolescencia aprendan a reconocer los riesgos que existen en estos entornos, pero también sus familias, para que puedan actuar en su prevención o en contrarrestar sus impactos.
Nuestro mundo digital aún no está diseñado para garantizar la seguridad de la niñez. Eso creen las autoridades consultadas para este reportaje que coinciden en que el llamado es a seguir trabajando en la prevención de los delitos sexuales en línea contra menores de edad en diferentes espacios (gobierno, sistema de justicia, escuela, empresas tecnológicas, academia, medios de comunicación, familia). Esto, junto a legislaciones más robustas y articuladas en la región, así como la promoción de un cambio cultural que permita infancias más largas y menos sexualizadas en Latinoamérica, ayudará a disminuir los riesgos en la web de todas y cada una de las niñas, niños y adolescentes.
Inocencia en Juego es una investigación que revela los riesgos de abuso sexual digital que enfrentan menores de edad en América Latina en Facebook y otras redes sociales. Liderada por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), en alianza con Chequeado (Argentina), Crónica Uno (Venezuela), El Espectador (Colombia), Factchequeado y Tech Policy Press (Estados Unidos).