Cincuenta y tres días antes de mudarse a su nueva casa, Felipe, de 12 años, había huido del último lugar en que un familiar lo acogió. Desde que su madre murió en 2006, quedó abandonado a su suerte y dice que en los varios lugares donde fue recibido era maltratado. “Nunca me sentí como con mi madre, porque nuestra vida éramos solos los dos”, recuerda ahora a sus 28 años.
Él vivía en las calles de Jinotepe, al suroriente de Nicaragua, y era desconfiado. Pero siempre regalaba una sonrisa a la gente que se encontraba por las calles con el fin de conseguir dinero para comer. Cuando los voluntarios de la organización “Arms of Love International” (Brazos de Amor Internacional) lo recibieron en su nueva casa, tenía miedo, pero pronto se dio cuenta que tenía nuevos padres y amigos.
Esta oenegé fue creada en abril de 2000, dos años después que su fundador, Robert Benson, visitó Nicaragua en una misión de voluntariado. Desde entonces establecieron hogares para niñas y niños abandonados, maltratados y huérfanos en la ciudad de Jinotepe. Allí les brindaban techo, alimentación, educación y salud. Ese mismo año recibieron los ocho primeros niños. Un año después también abrieron la organización en Filipinas.
“Fue como empezar una nueva vida, dejé las calles y me sentí en un hogar donde era querido y respetado”, dice Felipe.
Recuerda que cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad sentía miedo de quedarse de nuevo en la calle. Pero la organización también creó el “Programa de Vida Independiente”, que consistía en brindarles apoyo para acceder a educación técnica o universitaria y romper así el ciclo de la pobreza.
“Cada uno de los niños recibe oportunidades educativas de acuerdo con sus aptitudes y habilidades. Muchos estudian música, electricidad, mecánica. En mi caso estudié inglés, porque siempre quería hablar con los voluntarios extranjeros que llegaban a visitarnos”, cuenta Felipe.
Desde que cumplió la mayoría de edad también se dedicó a trabajar en la misma organización como voluntario y maestro. “Me encanta ayudar a los demás como algún día lo hicieron conmigo”, relata.
El 15 de febrero de 2023, el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo ordenó el cierre de Brazos de Amor Internacional, como parte de una escalada represiva contra la sociedad civil organizada, que inició en noviembre de 2018. Desde entonces, han proscrito a 3243 organizaciones, según arroja una investigación basada en la sistematización de datos provenientes de las resoluciones de clausura de oenegés publicadas en el Diario Oficial La Gaceta, entre enero de 2018 y febrero de 2023, que realizó Confidencial en colaboración con el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP).
El cierre de organizaciones incluye a 170 que se dedicaban a trabajar con niños en situación vulnerable, y beneficiaban a miles de niñas y niños en todos los municipios del país.
“No sabemos qué pasará con todos los niños, aún es pronto, pero es un desastre y un crimen lo que están haciendo”, lamenta Felipe.
Un futuro incierto
La página web de Arms of Love detalla que en el programa residencial tenían 35 niños y adolescentes de ocho a diecisiete años de edad. Además, desde 2013, lanzaron un programa de desarrollo comunitario que apoyó a niños en extrema pobreza, desnutrición o con dificultades para aprender que vivían en el vecindario cercano a la sede de la oenegé.
De acuerdo con la información disponible en la web de esta organización, con sede central en Estados Unidos, daban comida saludable, clases de inglés, a los niños de su vecindario en Jinotepe.
“Es un dolor muy grande y un duro golpe no saber qué pasará con todos los niños”, insiste Felipe.
Para Alberto, un profesor del norte de Nicaragua, que trabajó en otra oenegé cerrada, fue duro ver niños llorar con el anuncio de clausura. Prefiere no decir su nombre, tampoco el de la organización, porque pueden identificarlo a él o a otros trabajadores. Siente temor porque el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo mantiene a 35 presos políticos y en días pasados despojó de su nacionalidad a 317 nicaragüenses líderes sociales, escritores, periodistas, entre otros.
Durante trece años, Alberto colaboró en la organización que apoyaba a niños y niñas trabajadores, que sufrían violencia sexual o abandono. Les abrían oportunidades para educarse, les ponían tutores que les ayudaran a mejorar su desempeño escolar y les ofrecían atención psicológica. Además, daban clases de teatro, danza y música. También tenían talleres de formación en comunicación.
Anualmente beneficiaban a unas 1500 personas, porque sus proyectos también incluían a las familias brindándoles herramientas para emprender sus propios negocios.
“Es duro ver que todo el esfuerzo ahora se derrumba, porque las organizaciones eran espacios donde la niñez se sentía respetada e incluida”, expresa Alberto.
Cree que durante muchos años los gobiernos de Nicaragua “dejaron que las oenegés hicieran todo” y con el tiempo “implementaron proyectos basados en el trabajo que hacíamos”.
“Pero es una mentira que ellos van a tener la capacidad de hacer todo lo que hacían tantas organizaciones, porque no tienen ni el dinero, ni el personal capacitado para hacerlo”, valora.
Según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide) de Nicaragua, de un total de 6.7 millones de nicaragüenses hasta 2021, 2.6 millones tenían menos de 19 años. El 47% de estos viviendo en la zona rural.
170 oenegés cerradas en cuatro años
En cuatro años y dos meses, el Ministerio de Gobernación de Nicaragua, controlado por el Gobierno de Ortega y Murillo, anuló la personería jurídica y registro de operación de 3243 Organizaciones Sin Fin de Lucro (OSFL) que ejecutaban proyectos sociales, de desarrollo, salud, derechos humanos, educación, medioambiente, transparencia y democracia para poblaciones empobrecidas y vulnerables del país.
El cierre incluyó a 2900 oenegés nacionales y 343 de origen extranjero. A las primeras las acusó de no inscribirse como agentes extranjeros y no revelar la lista de donantes nacionales o extranjeros. Mientras, a las internacionales les canceló el registro de operación, argumentando que no brindaban sus estados financieros, incluyendo el detalle de las donaciones, (origen, procedencia y beneficiario final), y los datos personales de todos sus miembros y donantes.
De las 3243 oenegés eliminadas, entre noviembre de 2018 y febrero de 2023, no se salvaron 170 dedicadas enteramente a trabajar con la niñez y adolescencia nicaragüense, según confirmó Confidencial tras realizar una revisión de cada una de las organizaciones canceladas.
Para ver el listado completo deslice hacia abajo la barra de la derecha
De acuerdo con el análisis, estas organizaciones ejecutaban proyectos de educación, salud, ayuda alimentaria, cultura, recreación y programas de apadrinamiento para menores de zonas empobrecidas y remotas de todo el país.
Con el apoyo técnico del Centro latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), Confidencial construyó una base de datos con notas de prensa y los más de 65 decretos ministeriales y resoluciones administrativas emitidas por el Ministerio de Gobernación (Migob) que se publicaron en La Gaceta, Diario Oficial, entre 2018 y febrero de 2023.
Se realizó una búsqueda en línea de cada una de las 3243 organizaciones canceladas, para identificar sus proyectos, estados financieros y pronunciamientos. La revisión permitió caracterizarlas y entender el vacío que dejan estos cierres en el país para las poblaciones menos favorecidas que encontraron un apoyo en estas oenegés.
Proyectos en toda Nicaragua
En 2021, el Gobierno cerró las primeras dos oenegés dedicadas a la niñez y adolescencia. Se trató de la Asociación Liga Nacional contra la Leucemia y el Cáncer en el Niño “Julio Cortázar” y la Fundación Oxfam Intermón, que solo en 2020 transfirió a Nicaragua 4.5 millones de euros para proyectos humanitarios que beneficiaron a unos 129 705 nicaragüenses.
“No sentimos que hay razón (para cancelar el registro), no estuvimos operando en la ilegalidad por lo que sentimos es una injusticia esta medida hacia Oxfam, pero sobre todo hacia las organizaciones que apoyamos en Nicaragua”, dijo Simon Ticehurst, director de Oxfam para América Latina y el Caribe, tras el cierre.
En 2022, se vino la avalancha de cancelaciones: y se les suspendió el permiso de operación a otras 163 oenegés, que incluyeron a Fabretto Children’s Foundation, Operación Sonrisa de Nicaragua, Federación Coordinadora Nicaragüense de Organismos No Gubernamentales que trabajan con la Niñez y Adolescencia (Codeni), Planting Hope, Fundación Marijn Funmarijn, Fundación Cally-Tanday, Project Chacocente, Fundación Hermanamiento Lesquirol Limay, entre otras organizaciones que desde hace décadas desarrollan proyectos para la niñez y adolescencia.
Del total, 61 entidades civiles tenían proyectos de sociales con programas recreativos, de atención a discapacitados y apoyo a orfanatos. Otras 33 tenían un enfoque en desarrollo, 22 estaban dedicadas a educación, 14 a temas de salud, 11 a derechos de la niñez, seis de tipo religiosas, cinco de ayuda humanitaria, dos culturales y dos de tipo gremial.
Un 76.3% de estas organizaciones que perdieron su personería jurídica eran de origen nacional, mientras el 23.7% restante eran internacionales: 24 de estas eran de Estados Unidos, siete de España, dos de México y una de Panamá, Italia, Inglaterra, Guatemala, Eslovaquia y Bélgica.
El análisis de las oenegés dedicadas a la niñez y la adolescencia proscritas por el Ejecutivo también revela el arraigo de estas instituciones en el país:
? 37 de las oenegés cerradas tenían hasta una década de trabajo
? 74 de estas tenían entre 11 y 20 años
? 55 tenían entre 21 y 30 años
? 4 tenían más de 31 años de existencia
“Dejaron a la niñez en el abandono”
El 19 de abril de 2022, el Gobierno también ordenó el cierre de la Federación Coordinadora Nicaragüense de Organismos No Gubernamentales que trabajan con la Niñez y la Adolescencia (Codeni). En entrevista con Confidencial, el vocero de esta organización, Jorge Mendoza, aseguró que es lamentable que quieran “borrar de un plumazo” el trabajo que desarrollaron por 22 años.
“El deterioro del ambiente cívico en Nicaragua empezó desde el retorno al poder de Daniel Ortega en 2007. Tanto que para ese año en Codeni éramos 42 organizaciones y cuando nos cancelaron arbitrariamente quedaban solamente 25 oenegés”, dijo.
Muchas cerraron por presiones y por el retiro de la cooperación internacional ante las violaciones de derechos humanos en Nicaragua, especialmente después de las protestas cívicas de 2018, explicó Mendoza.
Las organizaciones afiliadas a Codeni tenían unos 1500 colaboradores, más de 16 000 voluntarios y beneficiaban al menos a 350 000 personas de todo el país. Trabajaban en áreas como participación infantil, educación y salud. Tenían albergues, atendían a niñas y adolescentes embarazadas, también a niñez en situación de calle.
Mendoza dice que no hay justificación alguna para el cierre de tantas organizaciones en Nicaragua, pero particularmente las de niñez, una población especialmente vulnerable. “Dejaron a miles de niños y niñas en el abandono total”, se lamentó.
En el caso de Codeni, cree que su “gran pecado” frente al Gobierno de Ortega y Murillo fue que condenaron e hicieron pública una lista de los asesinatos de niños y adolescentes cometidos por fuerzas gubernamentales durante las manifestaciones de 2018. También porque lamentaron la muerte de profesores durante la pandemia de covid-19 debido a la negligencia gubernamental que no tomó medidas para evitar la propagación del virus. Además, criticaron “en todo momento” la partidización de la educación.
“Nos convertimos en una plataforma de denuncia, tanto en medios de comunicación nacionales como en foros y organismos internacionales. Por supuesto eso les molestó”, aseguró el vocero y también asesor legal de Codeni.
“Han fracasado en su atención a la niñez”
Mendoza cree que en temas de niñez el Gobierno “ha dado palos de ciego”, y está convencido de que el programa oficialista “Amor para los más chiquitos” no ha generado cambios significativos para la niñez nicaragüense. Este programa fue creado en 2011 con el objetivo de fortalecer las articulaciones interinstitucionales en función de la primera infancia y de los programas dirigidos a este sector de la población.
“Nunca atinaron en establecer políticas públicas eficientes y solo han sido discursos de poesía de la primera dama (Rosario Murillo)”, valora el vocero de Codeni.
Un estudio coincide con esta valoración. La investigación “Transparencia en el sector salud: el caso del programa Amor para los más chiquitos” publicada en 2019, cuando el programa cumplió 12 años de su creación, encontró que el programa no había rendido cuentas que permitieran medir el alcance y efectividad de lo invertido con donaciones internacionales y financiamiento público.
“La rendición de cuentas que se hace es muy escasa y prácticamente es de cifras globales que no permiten saber quiénes están siendo beneficiados y en qué territorios”, dijo la investigadora Dayra Valle, durante la presentación del estudio realizado por el equipo de Onda Local y el Colectivo Transparencia Nicaragua.
Mendoza insiste en que “para el régimen Ortega-Murillo no puede haber otra persona mas que desarrolle ayuda que no sean ellos, por eso prohíben la solidaridad porque le temen al reconocimiento social y el cariño de la población para alguien que no sean ellos”.
A medida que desaparecen los programas de atención integral, de asistencia social y de cooperación de origen ciudadano, la situación de la niñez se va agravando, deduce Mendoza.
“Tampoco tienen capacidad en absoluto de asumir tareas, como por ejemplo las que hacía Operación Sonrisa”, agrega.
Precisamente Operación Sonrisa fue cancelada el 17 de marzo de 2022, un día antes de una colecta nacional para reunir fondos destinados al programa de cirugías y tratamientos de niños nacidos con fisura labial o paladar hendido. Durante sus 27 años de existencia, la oenegé benefició a más de 5000 niños, adolescentes y adultos.
Fátima Almendárez, gerente de Pacientes de Operación Sonrisa Nicaragua, dijo que, hasta enero de 2022, habían realizado al menos 50 misiones quirúrgicas en el país.
Orlando, originario de Carazo, lamentó el cierre de esta organización que le brindaba tratamiento a su hijo de cinco años, que nació con labio leporino bilateral y paladar hendido. Ya llevaba tres cirugías y espera una cuarta operación.
“Estaba muy conmocionado. No pude evitar llorar. Fue como si me lanzaran un barril de agua helada y solo pensé: ¿ahora qué voy hacer?”, declaró en un reportaje de Confidencial.
Cada día hay más niñez en las calles
Mario Chamorro, director del Centro Nicaragüense de Promoción de la Juventud y la Infancia “Dos Generaciones”, también lamenta el cierre masivo de organizaciones y las califica como “una catástrofe”.
Sostiene que los principales afectados con la decisión son los beneficiarios de los programas. La organización en la que trabajaba, antes de exiliarse en España, atendía a niños y niñas víctimas de violencia sexual y de explotación económica y ahora no ha podido continuar su labor.
“Los grandes perdedores con estas cancelaciones son los niños, niñas y adolescentes que están quedando en una situación de total desprotección en el marco de una grave crisis económica y social, en la que el Gobierno no está haciendo nada para atenderlos”, afirma Chamorro.
“Dos Generaciones” atendía anualmente a unos 350 niños y niñas trabajadores, unas 80 víctimas de violencia, y capacitaban en talleres de arte y producción radial a otros 1500.
“El Gobierno desconoce todo el avance de la sociedad civil en políticas públicas y promoción de leyes (…) y nos puso en la mira solo por habernos puesto al lado del pueblo en el marco de las protestas denunciado sus violaciones”, reitera el también fundador de Codeni.
Chamorro explicó que la migración forzosa de miles de nicaragüenses ha llevado a que miles de niños y adolescentes “queden en el abandono”. Solo en 2022, el especialista en temas migratorios e investigador de Diálogo Interamericano, Manuel Orozco, calcula que salieron del país 328 443 nicaragüenses. Se desconoce cuántos de ellos eran menores de edad.
“El desempleo y la represión provocan una migración masiva y son muchas familias las que quedan desestructuradas, lo que provoca más niños en la calle, más maltrato y violencia contra ellos”, remarcó Chamorro.
Gobierno no reemplaza a oenegés cerradas
El investigador y presidente de Fundación del Río, que se dedica a la protección del medioambiente y fue cancelada en 2018, Amaru Ruíz, explica que el régimen de Ortega no tiene la capacidad de suplir los programas y proyectos que se ejecutaban desde la sociedad civil. Tampoco tiene capacidad para emplear a los trabajadores de estas organizaciones.
“Ya lo hemos visto, una vez que cierra (la oenegé), en sus instalaciones lo que ponen es otra cosa diferente a lo que la organización venía realizando y obviamente los trabajadores no recuperan su trabajo. El régimen no está interesado en continuar con las acciones que venían desarrollando”, dijo.
Ruiz, que ha dado seguimiento al cierre de oenegés, divide la decapitación masiva de asociaciones en tres momentos importantes: primero, iniciaron con las organizaciones que ya habían cuestionado el modelo político, luego, siguieron con las que tenían desconfianza y en la última fase, apuntaron a todas las que existían.
“Terminaron prácticamente tirando a todo mundo, incluso desconfiando hasta de organizaciones que les habían servido en su momento. Por ejemplo, Fundar que le sirvió (al régimen) para hacer las valoraciones ambientales del Canal Interoceánico y luego también iniciaron con asociaciones religiosas y asociaciones vecinales”, explicó.
El cihttps://fabretto.org/2022/09/07/we-made-it-to-honduras/?q=Honduras+erre de estas asociaciones también apunta a un interés del régimen de Ortega por eliminar a los organismos que realizaban algún tipo de auditoría a su gestión o daban seguimiento a las políticas públicas. “Quiere hacer a gusto y antojo sin que nadie les esté cuestionando absolutamente nada”, dijo.
Impacto monetario del cierre de oenegés
Hay pocos datos sobre el impacto económico que deja el cierre de 3223 oenegés en los últimos cuatro años. Confidencial rastreó los últimos estados financieros de las asociaciones enfocadas en niñez y adolescencia, pero no hay datos de todas. Varias de estas organizaciones cerraron sus sitios web, mientras otras que permanecen abiertas no publican sus informes.
No obstante, solo sumando las inversiones de cuatro oenegés, Nicaragua recibió en 2021 cerca de 4.1 millones de dólares. Estas eran inversiones que iban directamente a la niñez y adolescencia.
La Fabretto Children’s Foundation invirtió en 2021 unos 3.8 millones de dólares en los colegios donde desarrollaba proyectos en 13 departamentos de Nicaragua. Estas escuelas albergan a unos 61 103 alumnos, a quienes les garantizaron 525 150 comidas.
Esta organización fue constituida legalmente en 1990, tras el fallecimiento del sacerdote salesiano Rafael María Fabretto, pero tenía incidencia desde 1953 cuando el misionero estableció el primer hogar de niños en Somoto, cerca de la frontera norte del país. Tras el cierre de este espacio en Nicaragua, la organización se trasladó a Honduras para continuar con el legado del religioso.
“La necesidad de un nuevo Centro Fabretto (en Honduras) nació de mucha tristeza y confusión. Hace seis meses, pensábamos que nuestro trabajo y nuestro mundo habían terminado. Pero incluso cuando luchábamos con el dolor repentino de no poder operar legalmente en Nicaragua, sabíamos que no habíamos terminado y que el legado del padre Fabretto continuaría”, escribió Kevin Marinacci, CEO de Fabretto Children’s Foundation.
La organización internacional Seed International Fund Trust (SIFT) es otra de las que desarrollaba programas de niñez en Nicaragua. Según describe su último informe 2020 -2021, dedicaron al país 220 335 dólares para proyectos de salud, educación y de orfanatos en la Isla de Ometepe, Bluefields, la península de Asese en Granada, y Managua.
Por su parte, el Fondo Catalán de Cooperación al Desarrollo que el régimen de Ortega expulsó de “facto” en agosto de 2022, ejecutó proyectos millonarios que beneficiaron a la niñez, a los pueblos indígenas, las mujeres y otros grupos vulnerables.
Uno de los proyectos apoyados fue “Prevención y Protección de Niñas y Adolescentes que sufren violencia de género”, que tuvo una inversión de 18 471 dólares, mientras otro programa desarrollado en cooperación con la Fundación Hermanamiento Lesquirol Limay –también eliminada–, tuvo un aporte de 122 807 dólares.
Por su parte, el último informe financiero de la organización American Nicaraguan Foundation (ANF), que cubre 2021, detalla que solo en ese año esa oenegé apoyó a más de 100 000 nicaragüenses, entre familias en situación de riesgo, niños y adultos, con la ejecución de 170 proyectos de educación, salud y nutrición, agricultura, agua y saneamiento, vivienda y ayuda humanitaria. Solamente en educación, ANF invirtió, desde su fundación en 1992, 1.1 millones de dólares en útiles escolares y proporcionó 187 710 millones platos de comidas para niños en edad escolar.
“Nos ayudaron a crecer”
Rosa es una campesina de 53 años que vive en Matagalpa, al norte de Nicaragua, y fue beneficiada con los proyectos que promovía la organización “Planting Hope” (Sembrando Esperanza).
Ella se gana la vida trabajando cada año en las cosechas de café. Desde 2010, cuando la organización lanzó el proyecto “Coffee Camps”, logró dejar a sus tres hijos en una guardería que ofrecía de forma gratuita educación, actividades recreativas y alimentación entre diciembre y enero, coincidiendo con las fechas de la cosecha de café.
El proyecto tenía la intención de apoyar a los hijos de los padres recolectores de café, que normalmente se quedaban en casa sin la supervisión de un adulto.
“Ellos fueron un apoyo importante para nuestra familia, porque también tenían una biblioteca rodante, apoyaban a las escuelas de la zona con materiales, con la siembra de huertos escolares”, dijo esta mujer que también aprendió diversos oficios en varias capacitaciones que le dio la organización.
“Aprendí que no podemos depender solo del café, sino también ser independientes, sembrar nuestros alimentos y que hay muchas formas de ganarnos la vida. También de la importancia que mis hijos sigan estudiando”, contó.
Esta oenegé empezó a funcionar desde 2001, cuando su fundadora Beth Merrill, que había hecho un intercambio como docente en Matagalpa, regresó años después a apoyar a la comunidad. Ella recaudó fondos en Vermont para construir el centro comunitario “Biblioteca La Chispa”, en un barrio de pobreza extrema.
Este espacio creció tanto que llegó a ofrecer clases de inglés, computación, arte, baile y repostería. También creó programas adicionales y becas para aumentar las habilidades laborales de la comunidad.
El 23 de mayo de 2022, en el barrio Walter Mendoza, conocido como La Chispa, celebraron los 20 años de existencia de la organización con una fiesta para los niños, que incluyó piñatas, bailes y lectura de cuentos. Un día después, el Gobierno decidió cancelarles su personería jurídica.
“En ese momento, la incertidumbre, el miedo, la tristeza y el luto nos embargaron. Sentimos que estábamos haciendo un buen trabajo para la niñez y esto hizo que lo que estábamos pasando se sintiera irreal”, escribió en su último boletín la directora de la organización, Mercedes Guerrero.
Pero también, continuó contando, era algo que “sabíamos que nos pasaría tarde o temprano, desde que el Gobierno venía cerrando muchas otras oenegés, acusándolas de no cumplir con un nuevo requisito para registrarse como agentes extranjeros”.
“Durante dos años intentamos presentar la documentación requerida, pero cada vez el Gobierno se negó a aceptar nuestros documentos”, lamentó.
Decenas de organizaciones denunciaron las trabas que puso el Gobierno para no brindarles sus permisos de operación. Otras han dicho a CONFIDENCIAL, bajo anonimato, que para seguir funcionando las han chantajeado obligándolas a despedir personal que el régimen considera opositores. El impacto de los despidos, tras el cierre de las organizaciones, no ha podido ser cuantificado.
La fundadora y directora ejecutiva de Planting Hope, Beth Merrill, escribió tras conocer el cierre: “A pesar de lo desgarradora que es esta noticia, estoy alentada por la resiliencia de nuestro personal, ellos continuarán tratando de encontrar maneras de seguir viviendo en Nicaragua, incluyendo crear micronegocios en sus casas”.
A pesar de todo, Guerrero se declara satisfecha de haber recibido más de 100 niños cada día en la biblioteca, de la construcción de preescolares comunitarios que donaron y de la dinamización de la educación en los poblados que visitó su biblioteca móvil.
Rosa aún no asimila el cierre tan abrupto de la organización, pero se consuela: “Ellos nos ayudaron a crecer. Nos cambiaron la vida”.
*Esta historia fue realizada gracias al apoyo de la Google News Initiative y con la colaboración del Centro Latinoamericano de Investigación (Clip).